Podemos necesitar ayuda psicológica por diferentes motivos. No solo es recomendable acudir a un psicólogo cuando no nos sentimos bien. Hay ocasiones en que sí sabemos cuál es nuestro problema, pero no sabemos como solucionarlo. Otras personas requieren de nuestra ayuda psicológica por problemas de ansiedad, depresión, estrés, miedos, conductas adictivas o conflictos de pareja. También se puede requerir atención psicológica cuando buscamos orientación, queremos desarrollarnos personalmente o queremos potenciar nuestros recursos.

La psicoterapia es un proceso de comunicación entre un psicólogo psicoterapeuta (es decir, un profesional de la salud licenciado en psicología, colegiado y con formación específica en el área de la psicoterapia y por tanto formado específicamente para evaluar y generar cambios), y su paciente (es decir, una persona que requiere ayuda psicológica) e inicia voluntariamente un tratamiento que se da con el propósito de una mejora en la calidad de vida en este último, a través de un cambio en su conducta, actitudes, pensamientos o emociones.

La Terapia cognitivo conductual es un tratamiento efectivo y breve. La experiencia nos indica que gran parte de los problemas se suelen resolver en un periodo aproximado de tres a seis meses. Un proceso psicoterapéutico requiere asumir un esfuerzo personal y económico, sin embargo no hay mejor inversión que la que incide en nuestro bienestar y nos ayuda a alcanzar la mejor versión de nosotros mismos.

En un primer momento se recomienda asistir con una frecuencia semanal o quincenal. Cuando la persona esté estabilizada se espaciarán cada vez más las consultas hasta el alta definitiva.

Su psicólogo le proporcionará ayuda psicológica, le ayudará a entender porqué se siente mal y a comprender el origen de sus problemas actuales, utilizará las técnicas más adecuadas para producir cambios emocionales, cognitivos y conductuales y le acompañará en el proceso de mejora en su calidad de vida superando sus limitaciones y sacando a la luz sus recursos internos para poder obtener el máximo provecho de ellos.

Se trata de una relación profesional donde el psicólogo acompaña y orienta al paciente (pero sin dirigirlo ni juzgarlo) durante todo el proceso terapéutico. La relación terapeuta-paciente está fundamentada en el respeto mutuo, en la colaboración, en la credibilidad y en la confianza.